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Aira, se hace camino al andar

JUAN IGNACIO DE IBARRA

Sábado, 12 de julio 2014, 22:30

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He escrito otras veces, con la firmeza que asistiría al mismísimo Perogrullo, que los jugadores y los técnicos que poblarán las mejores plantilla y construirán la selección española del futuro, están, a día de hoy, en las categorías inferiores. Y que, en su consecuencia, quien sepa espulgar en esas categorías estará en el camino de su salvación deportiva y económica. El fichaje de Kike, llegado desde su Motilla del Palancar, formado en las filas del Real Murcia, donde ha escrito goles para la historia, quien parece que va a reportar unos excelentes beneficios (se habla de dos millones y medio de euros) podría ser el último ejemplo, en lo que a los jugadores se refiere, más extraño y meritorio aún, en un club que no cuida la cantera y que no da opciones a los zagales que militan en el supuesto vivero deportivo.

Por lo que se refiere al Real Murcia, Kike y Eddy son el único fruto de esa cantera y, curiosamente, los dos únicos jugadores que pueden alcanzar un precio aceptable en el mercado, muy por encima, en todo caso, de las cifras que se barajan en este alicaído Real Murcia construido con jugadores de Segunda B y dirigido por entrenadores desconocidos, también procedentes de las categoría inferiores. El delantero, esta vendido; el centrocampista se venderá en cuanto alguien ofrezca unos miles de euros. Visto así, el Real Murcia ha transformado sus objetivos. Ya no es el equipo que se refuerza en el verano para buscar el ascenso; ahora se hace con jugadores de Segunda B y con entrenadores desconocidos. Y se vende lo que pudiera tener algún valor. Y mucho me temo que después de los resultados obtenidos en la reciente temporada, en la que el objetivo -recalcado cientos de veces por su ex entrenador- era la permanencia y en la que se alcanzó ese tercer puesto final, parece un señuelo irrenunciable para insistir en la idea.

-Este año, el objetivo es el ascenso, anuncia Samper.

-Haremos un equipo con jugadores de Segunda B, dice el director técnico.

Y servidor, que quiere entender a los dos, no sabe cómo hacerlo.

Y en el segundo domingo de julio, cuando muchos equipos españoles ya han iniciado la temporada, el Real Murcia tiene apenas once jugadores, insuficientes para hacer un equipo, salvo que el portero suplente actuara como jugador de campo, anuncia la venta de su único jugador cotizado y ficha a un entrenador que lleva cuatro días en esto y que, también procede de Segunda B.

Probablemente, al arruinado Real Murcia de Samper (¡cuántas veces he dicho y escrito, a lo largo de estos años, que el Murcia se estaba haciendo cada vez más pobre y endeudado!) no le queda otro camino, dada su decrepitud financiera. Porque, a día de hoy, lo que importa es salvar al club, sacarlo de la situación en que se halla y armarse de paciencia, si preciso fuera, a la busca de la fortuna que ha de ser, como en la temporada concluida, la inseparable compañera de un equipo en el que su director técnico está obligado a acertar en todos los fichajes, en los descartes y en las renovaciones Y todo eso, con cuatro euros.

Dado ya el primer paso, que es la contratación del nuevo técnico, a nadie puede ocultársele que el entusiasmo desertado entre los aficionados no es indescriptible, como diría Eugenio D'ors. Y ahí es donde me veo obligado a ser consecuente. Y si en años precedentes, ante la llegada de técnicos de cuyo nombre no quiero ni acordarme, defendí el derecho de toda persona a intentar prosperar en su vida, hoy vuelvo a decir lo mismo y a extender, desde este modesto rincón, un cheque en blanco a quien reclama el derecho a subir peldaños en su carrera. Aira, que está al comienzo de su carrera, viene a Murcia ilusionado, prometiendo trabajo y esfuerzo, día a día, si marcarse otros objetivos que su dedicación plena a su oficio y a su empresa. Y eso, para mí que lleva más de medio siglo trabajando, merece muchísimo respeto. Doy, por tanto, la bienvenida a quien posee la pujanza de la juventud y el amor a su trabajo. Como escribía Machado: se hace camino al andar.

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