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LA DE IBARRALUPA

Los duros trabajos de Don Jesús

JUAN IGNACIO DE IBARRA

Martes, 22 de julio 2014, 09:15

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Don Jesús aparecía satisfecho ante los periodistas y las cámaras de televisión. El primer golpe, el más duro, el que algunos habían anticipado como imparable, estaba resuelto. Apareció con la facundia y ese buen hacer que siempre le he reconocido en las distancias cortas, apoyado en los mismos argumentos que han servido para dar tregua a otros deudores mucho más escandalosos. El dueño del Real Murcia podía ofrecer argumentos que, si no gozaban de excelencia, no eran ni son inferiores a los esgrimidos por otros que sí habían conseguido la espera. A la espera de la confirmación oficial, que parece segura, el Castilla habrá de esperar, cuando pretendía obtener a costa del Real Murcia lo que el Real Murcia obtuvo, hace un año, a costa del Guadalajara.

Esa operación y la venta de Kike pueden significar un respiro para el dueño del cotarro que, a la vez, ha puesto a la venta los abonos a unos precios más que discutibles. Y el primer día acudieron casi dos centenares de murcianos a adquirir el acceso a unos partidos cuyos protagonistas se desconocen y cuya competencia se ignora.

Para algunos, los precios fijados por el Murcia son de Primera División. Es más, hacen cuentas y ven que por menos dinero se puede ver al Madrid, al Barça o al Atlético que al Alcorcón o la Ponferradina. Y por menos euros, se puede gozar de los goles de Messi o de Cristiano, antes que ver los fallos de cualquier desconocido que venga de jugar en el Sanluqueño.

Sin embargo, para Samper las cosas deben ser bien distintas. Metido en grandes negocios, en tiempos muy difíciles, el empresario murciano afronta una deuda de 45 millones (eso, al menos, dice quien está obligado a saberlo y quien no puede ni debe decirlo a humo de pajas) y, solo con Hacienda se ha comprometido a hacer unos pagos trimestrales que pondrían los pelos como escarpias a la mayor parte de los que se quejan de esos precios.

Es la gran e inevitable contradicción. Samper se queja de la escasez de abonados. Y los aficionados se duelen de que el Murcia se haya puesto al nivel de los equipos de pueblo y culpan a Samper -¿quién otro podría tener la culpa?- de que los 70 millones de pesetas que el Real Murcia debía cuando el madrileño desembarcó en Murcia, como Hernán Cortés en América, se hayan multiplicado por cien.

Alguien dirá que antes de Samper otros dirigentes murcianos también endeudaron al club. Y es cierto. Pero, en aquellos tiempos, el Murcia fue una y otra vez campeón de Segunda, permaneció más tiempo que nunca en Primera y tuvo jugadores internacionales que provenían del Madrid, Barcelona, Atlético, Althletic o de las selecciones de Brasil o Argentina. Y eso, en unos tiempos en los que los ingresos atípicos, especialmente la televisión, eran raquíticos, mínimos, ridículos, comparados con los de hoy que permiten a los más modestos clubes de Primera armar presupuestos de 30 millones de euros.

Jesús Samper, al que yo jamás tildaría de tacaño, ha gastado el dinero a espuertas, ha tenido compensaciones dimanantes del convenio que firmó con el Ayuntamiento, empezó arriesgando su dinero, haciendo de su acuerdo una inversión de la que el Real Murcia, sujeto principal del convenio, no obtuvo beneficio alguno, porque ni siquiera es propietario del campo en que se aloja, con grandes dificultades para los aficionados, solo como inquilino aunque, eso sí, en ventajosas condiciones.

Cuando llegó Samper, el Murcia no poseía nada y debía menos de cien millones de pesetas. Hoy solo posee (en situación de embargo, según dicen) el campo de entrenamiento y una deuda espeluznante que exige, de manera inmediata, el regreso a Primera División, único lugar donde se puede recaudar el dinero necesario para pagar, en ocho o diez años, el dinero que se adeuda.

Yo comprendo las tribulaciones de don Jesús, un hombre que tiene como meta permanente la victoria y que, como presidente y administrador del Real Murcia, no tiene razones que disfrute. Como los trabajos de Hércules, son muy duros los trabajos de don Jesús.

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