Borrar
Eddy, en su presentación con el Granada. :: efe
Cosas de poca importancia

Cosas de poca importancia

JUAN IGNACIO DE IBARRA

Lunes, 29 de septiembre 2014, 08:54

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Granada y Almería son dos bocas de mar y dos caminos de tierra por los que los murcianos nos asomamos al mar de la Primera División. Dos ciudades andaluzas a las que los mejores gestores murcianos del fútbol han tenido que emigrar para hacer lo que aquí no les fue permitido. Porque aquí las opciones fueron para otros, más listos, más desahogados y, sobre todo, menos murcianos. Ya dijo Faustino Cano, expresidente del Real Murcia y una de las personas más enamoradas y entusiastas del club:

- Si la operación que Samper ha hecho con el Real Murcia, con la sobrevaloración de dos millones de metros cuadrados, la hubiera hecho un murciano, se habría tenido que ir o lo habrían ajusticiado en la plaza pública.

Y esto lo ha reiterado mucho antes de que supiéramos que el empresario madrileño había hundido al club en la más absoluta de las miserias.

- ¿No exagera usted?

- Ya me gustaría, ya. Pero aún hay algo peor.

- ¿Peor aún?

- Sí. En una de las reuniones de gente de la Liga celebradas en Madrid esta misma semana se habló del Real Murcia. Y no para bien.

-¿Qué se dijo?

- Que hay un pago inminente de cinco millones y medio de pesetas que, si no se afronta, puede ser el golpe definitivo para un club que tiene más de cien años.

He hablado con varios murcianos de la diáspora, de los que están en el fútbol asentados en un respeto que se han sabido ganar, asentados nada menos que en las alturas del fútbol español. Y les he preguntado qué solución tiene el Real Murcia para no perecer en el intento.

- El hecho es -interviene otro murciano de los que tiene abiertas las puertas del futbol a los máximos niveles- que cuando Tebas advirtió a los clubes de lo que podía suceder, el Zaragoza sacó ocho millones y amplió el capital, el Racing sacó dinero para cubrir las necesidades urgentes y salvar la situación y el Murcia hizo oídos sordos, no pagó, anduvo con cantos de sirena y terminó pleiteando.

El aumento permanente de la deuda (el Murcia debe a más personas y entidades cada día que pasa), envuelto en la antipática arrogancia de los señores propietarios (bueno, del amo y su hermano), hacen que nadie se mueva a compasión ni a afecto. El Real Murcia nunca ha sido menos querido. Por eso prefieren pagar unos millones de castigo antes que readmitirlo en el fútbol profesional.

Es decir, que la enfermedad puede agravarse. ¡Vaya! Se me había olvidado que el todavía Real se enfrenta hoy, en partido de Liga, al Lealtad.

Y es que, como decía León Felipe, me he distraído escribiendo sobre cosas de poca importancia.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios