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LA LUPA DE IBARRA

El gol solitario, divino tesoro

JUAN IGNACIO DE IBARRA

Lunes, 20 de octubre 2014, 11:24

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Hoy hemos dado más facilidades que otras tardes. El Astorga ha merecido más que la derrota final. Hoy hemos obtenido un rendimiento superior del que merecimos, pero bienvenida sea la victoria», dijo Aira al terminar el encuentro en el que un gol tardío, pero inmensamente oportuno, dio al Real Murcia los tres puntos y, durante un rato, el liderazgo que el Logroñés terminó arrebatándole, también por el precio de un solo gol.

Y es que este fin de semana ha estado marcado por el valor en alza de los goles solitarios, por esas dianas que, confirmadas como el único mérito evaluable del fútbol, dan al traste con todos los esfuerzos, los merecimientos y los afanes, especialmente en una categoría en la que el gol, un solo gol, define tantos partidos.

En Murcia, el vengativo exilio del club grana permite que los dos equipos de la ciudad, enmarcados en sendos grupos distantes, en ocasiones, más de un millar de kilómetros, coincidan en sus partidos de casa, en el mismo fin de semana y con afanes similares. Y ha sido este fin de semana de otoño cuando UCAM Murcia y Real Murcia, desde la disparidad de sus historias y sus orígenes, han coincidido en sus compromisos, han luchado por el primer puesto -uno para mantenerlo y otro para conquistarlo- y han terminado ganando por idéntico resultado, que es, en definitiva, lo que cuenta.

En La Condomina, el UCAM marcó un tremendo gol que le valió distanciarse del Jaén y de sus restantes rivales, en una posición que nadie esperaba pero que ha ganado en la mejor de las lides, sin que quepa argumento alguno en su contra. El equipo universitario ha sido mejor que todos sus visitantes y ha ganado, acreditándose como el poseedor del sistema defensivo más sólido. Los que presenciamos el choque del sábado pudimos constatar que su teórico rival por el liderazgo fue inferior en todos los aspectos, careció de ocasiones de gol y, en cambio, pudo encajar tres o cuatro tantos en las seis o siete oportunidades en que los murcianos le cogieron las espaldas, en dos o tres jugadas primorosas (sin hipérbole) a las que solo faltó la rúbrica del gol.

En el viejo estadio recuperado para el fútbol (para mi gozo y el de miles de murcianos), el equipo universitario ganó por un escueto 1-0, cuando los merecimientos pedían un premio mucho más lustroso.

En el nuevo campo, del que el amo -del equipo, que no del estadio- ha huido de forma lamentable, convirtiéndose en el primer presidente de la historia que no ve a su equipo, el Real Murcia, reconocido por su propio entrenador, pudo perder dos puntos, lo que hubiera hecho más justicia a lo acontecido sobre el terreno. Pero llegó Armando y, cuando el partido y las esperanzas agonizaban, hizo la diana redentora.

- Ha sido el gol más bonito de mi carrera -diría después a mi siempre querido y admirado Luis Belló.

La fortaleza es inseparable del júbilo, había dicho Emerson y Armando había llegado al júbilo desde la fortaleza de su entrega. Y, también, de esa fortaleza de un equipo labrado en cuatro días, que solo ha encajado tres goles y ha sacado el altísimo rendimiento de 18 puntos a solo ocho goles, uno por partido, que no es mucho menos que lo del UCAM, al que han bastado diez tantos para sumar los mismos puntos que el Real y poner tierra de por medio con sus asombrados perseguidores.

Dos merecimientos distintos y dos resultados idénticos. Al final, a los que deseamos el triunfo de ambos conjuntos, nos salen las cuentas, aunque los recuerdos impresos en nuestras retinas puedan ser diferentes. Al final solo suma puntos el que más goles marca. Y, en Segunda B, lo útil es un entrenador competente (y los dos equipos murcianos lo tienen) y unos jugadores disciplinados, capaces de hacer fortaleza de su modestia. «La victoria es del más perseverante», aseguraba Napoleón. Y estos dos equipos perseveran y perseveran. Y manejan el gol solitario, que es su divino tesoro.

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