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Temporada 1973-74. José Luis Ponce.
Un futbolista de película
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Un futbolista de película

Ponce, exjugador del Real Murcia, se confesó autor de dos atracos a sendos bancos de Murcia y Orihuela

Paco Lastra

Martes, 5 de mayo 2015, 20:21

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El 28 de diciembre de 1974, y no fue una inocentada, fue detenido Ponce, exjugador del Real Murcia, nacido en Zeneta, como presunto atracador del Banco Ibérico de Murcia (el 7 de octubre de ese mismo año), en el que obtuvo un botín de 1.070.000 pesetas, y de la Caja Rural Central de Orihuela (el 23 de diciembre), en el que se apoderó de 204.000 pesetas.

El futbolista fue retenido en Córdoba y se confesó autor, en solitario, de los asaltos a las referidas entidades bancarias. El robo del 7 de octubre le salió tan bien que se animó a repetir; apenas dejó alguna ligerísima pista. Utilizó dos coches, ninguno de su propiedad: uno era robado y el otro alquilado, pero ambos con matrículas falsas.

Fue en el segundo atraco cuando las cosas se torcieron y acabó siendo una chapuza. Primero fue agredido por dos empleados de la Caja Rural Central de Orihuela, quienes le hirieron en una mejilla, y después, cuando fue a quemar el coche robado para el atraco y a quitarse el maquillaje y el disfraz con el que perpetró el robo, fue visto por varios niños.

La Policía de Murcia dio a la de Córdoba el siguiente aviso: «Si Ponce lleva una herida en la mejilla lo detenéis y si no, contadle que habéis ido a felicitarle las Pascuas». Fue detenido.

Ponce había causado baja en el Real Murcia y estuvo en tratos con el Marsella. Viajó a Francia, pero lo del fichaje quedó en nada. A la vuelta, el exjugador, que iba acompañado de una rubia, paró en Andorra. Allí, según informó la prensa, compró una carabina de repetición, también denominada metralleta tipo Vietnam del calibre 30 milímetros, marca General Motora, y un revólver Smith & Wesson y seis cartuchos. La carabina, con la culata recortada, la pasó debajo del guardabarros derecho delantero. El revólver lo escondió en el filtro del aceite; y la munición, en el filtro del aire.

En el atraco de Orihuela utilizó el revólver y disparó tres tiros para intimidar a los empleados que se le «insubordinaron», según contó el comisario Maximino Conesa. Estos trabajadores, que no se creían que era un arma de verdad, gritaron «a por él». Uno de los disparos fue a dar en la moqueta, otro en el despacho del director, y el tercero pasó por una ventana hasta la calle. Ponce recibió un sillazo en un hombro y otro en la cara. El segundo le marcó el rostro y fue la pista por la que al final fue detenido.

Ingresó en la cárcel de Carabanchel para cumplir una pena de sis años que no llegó a terminar. Su buen comportamiento, su contribución como entrenador de fútbol sala y profesor de educación física, además de trabajar en el economato de la prisión, le sirvieron para rebajar la condena. Una vez fuera de prisión logró rehacer su vida.

¿Qué llevó a Ponce a atracar dos bancos? Julio Jareño Pastor cuenta en la revista 'Cuadernos de fútbol' que en su etapa en el Real Murcia «su vida personal empezó a descender a los infiernos irremediablemente. ¿El motivo? El consumo de Centramina. Siempre confesó que jamás la había tomado en los equipos donde militó hasta su llegada al Murcia. En noviembre de 1976, Manuel Ruiz entrevistó a Ponce en la cárcel, quien confesó su odio desmedido contra el entrenador Felipe Mesones. También contó Ponce que media hora antes de cada partido el masajista Genaro Zapata les obligaba a tomar una pastilla que, según decía, era una mezcla de hidratos y vitaminas; no tenía pruebas de que fuera un estimulante, pero sí reconoció que la mitad del equipo corría más de lo normal sin acusar fatiga y concluía que eran drogados alternativamente. Nunca lo denunciaron.

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