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Elady, uno de los más destacados ayer, se marcha con el balón controlado.
Invasión grana con final feliz

Invasión grana con final feliz

El Real Murcia, al que le pesaron la tensión y la importancia de los puntos al inicio en La Roda, desatascó el choque gracias a un gol de Armando y la fe de Elady

José Otón

Domingo, 7 de mayo 2017, 22:51

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El partido de La Roda no fue ni un camino de rosas ni un paseo triunfal para el Real Murcia. El 0-4 final es un resultado engañoso, porque al equipo grana le costó sacudirse la presión y el miedo a perder casi sesenta minutos, y porque La Roda, primado o no, no quería ser una comparsa ni un convidado de piedra en la fiesta del equipo grana. Por eso, los más de 2.500 aficionados que se dieron cita en tierras manchegas solo tardaron unos minutos en comprobar que la celebración por el triunfo tendría que esperar, que el equipo de Pato no se iba a dejar avasallar. La marea grana comprobó que su equipo estaba atascado y que no era el conjunto chispeante que ve cada quince días en la Nueva Condomina. El equipo de Mir se parecía más al que no pudo empatar en Jaén o al que se llevó los tres puntos de Sanlúcar de Barrameda por los pelos.

Pero cuando más cortocircuitado estaba, cuando la presión había hecho mella en las piernas de los jugadores granas, apareció el gen ganador de un equipo vivo, el carácter que ha hecho al Real Murcia de Vicente Mir sobreponerse a las situaciones difíciles en los últimos meses. El Real Murcia, que ayer dio un paso de gigante para meterse en las eliminatorias por el ascenso, se ha acostumbrado tanto al sufrimiento que ayer mantuvo el pulso en el momento más complicado del encuentro y gracias a una genialidad de Armando puso de cara un choque que fue un simulacro de 'playoff' y que ha servido para engordar más su autoestima. Un equipo que suma nueve jornadas sin perder y que a base de ganar batallas pequeñas se ha colocado en la 'pole position' para ganar la guerra del ascenso a Segunda.

Ambiente de lujo

Las gradas invadidas de color grana y el himno de Second cantado a capela por la hinchada murciana puso la piel de gallina a los jugadores de Mir. Los más de 2.500 aficionados que llegaron desde Murcia sentían que iban a ser partícipes de un momento histórico, parte implicada de un choque clave para salvar una temporada que puede marcar el futuro del Real Murcia. Una hipotética victoria no aseguraba el ascenso aún, pero un tropiezo grana dejaría, casi con seguridad, a los de Mir fuera de los puestos del 'playoff'. Y toda la importancia que tenía la victoria atenazó a los jugadores visitantes.

Al Murcia le costó aterrizar en el partido, se le atragantó La Roda, que pese a ser un equipo con pocos recursos y descendido a Tercera, quería terminar la temporada con dignidad. La maquinaria grana no funcionaba, el bagaje ofensivo de los murcianos era casi inexistente. Solo balones al área con las faltas lejanas botadas por David Sánchez que remataron sin peligro Guardiola, Josema y Curto. No había forma de que el Murcia se plantara solo ante Franco, el portero local, a base de combinaciones o jugadas por las bandas. Hasta que en otro centro lateral, Josema, el mejor de los granas en la primera parte, remató a bocajarro contra Franco, que se erigía en el mejor de los manchegos. La Roda solo intimidó a Simón con un centro desde la banda que se envenenó.

Los jugadores del Real Murcia apretaron en la parte final del primer acto, pero se retiraron al vestuario con malas caras, enfadados con su mal partido. El guion no era el previsto ni el soñado durante toda la semana en el vestuario grana. Mir, que retiró a Roberto Alarcón a los 36 minutos de juego para meter a Elady, tenía que tocar alguna tecla más en el vestuario, reactivar a su equipo con otros argumentos futbolísticos diferentes a los que había puesto sobre el césped en los primeros cuarenta y cinco minutos.

Desesperación

Pero en el arranque de la segunda mitad la vida siguió igual. Balones divididos, entradas bruscas. El reloj corría y el Murcia se desesperaba. Hasta que a Armando le cayó un balón procedente de la banda y desde fuera del área metió el esférico por la escuadra. La euforia se desató. Los jugadores granas se sacudieron de un plumazo toda la presión, toda la ansiedad. Volvieron a creer en ellos mismos, una sensación que se incrementó con la expulsión de Revert tras derribar a Guardiola y ver la segunda amarilla solo unos minutos más tarde. El escenario era el mejor posible para rematar la faena y dejar zanjado un choque que llegó a peligrar.

Entonces emergió la figura de Elady, que después de convertirse en la estrella del Mancha Real en la primera vuelta de la competición, no había encontrado su sitio en un Real Murcia con más dimensión y exigencia. Primero se aprovechó de un gran remate de cabeza de Víctor Curto a centro de Pumar y del balón muerto dentro del área que dejó la parada de Franco. El jienense, con un remate acrobático, hacía el 0-2 e inclinaba definitivamente el partido para los granas. Dos minutos más tarde Víctor Curto le volvió a dar otro gol. Esta vez el delantero tarraconense le asistió con un taconazo que dejó a Elady solo, con la perspectiva perfecta para ajustar el balón al palo y hacer un 0-3 tranquilizador que hacía a la marea grana comenzar a disfrutar, sin miedo, del espectáculo. Hasta las noticias que llegaban al Municipal de La Roda desde Córdoba y que anunciaban el empate de un Melilla que dejaban a los norteafricanos a cuatro puntos de los granas, multiplicaba la alegría por dos. El botín para el Murcia aumentó en el tramo final del choque con una frivolidad de Diego Benito dentro del área local que acabó con un balón a la escuadra del jugador madrileño.

La alegría por el trabajo bien hecho embargó a los granas con el pitido final. A nadie le importó que David Sánchez se plantara solo delante de Franco y estrellara el balón contra el portero local, y ni siquiera que el colegiado solo diera un minuto de descuento. El Murcia seguía con la escalada y se quedaba a un paso de perpetuarse en el 'playoff'.

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