La Verdad
Real Murcia
El Chuti Molina, en Cobatillas.
El Chuti Molina, en Cobatillas. / VICENTE VICÉNS

Las acrobacias del Chuti Molina

  • Con 1,7 millones para fichar, el director deportivo del Real Murcia negocia con los representantes pero no les paga comisión

El Chuti Molina es un trapecista de los despachos. Es un arte que ha aprendido en su trayectoria como director deportivo y que ha agudizado en los dos últimos años tras los ajustes económicos a los que ha sido sometido el Real Murcia por la Liga de Fútbol Profesional. Si la pasada campaña compuso un bloque más que fiable con solo dos millones de euros, este curso la asignación para el nuevo Real Murcia es de 1,7 millones, un límite que no puede sobrepasar.

Los números son los de un equipo que solo debería luchar por la permanencia, a pesar de que Jesús Samper marcó hace un par de semanas como objetivo entrar otra vez en el ‘playoff’ de ascenso a Primera. Una acrobacia aún más difícil que la del pasado curso teniendo en cuenta que equipos como el Alcorcón, el Tenerife, el Albacete, el Mallorca, el Sporting y Las Palmas, entre otros, tienen más potencial económico.

El director deportivo del Real Murcia se está apretando más el cinturón para cuadrar los números del ejercicio milimétricamente. El primer paso fue esclarecer con qué artillería cuenta de la pasada campaña. Kike García y los cerca de 130.000 euros de su ficha con los que contaba el manchego han quedado liberados y espera a saber qué pasa con Óscar Sánchez y su ficha, también muy superior a los 100.000 euros. Molina ha dibujado un equipo en su cabeza que contará con una base de jugadores con contratos anclados en el límite salarial de Segunda (63.000 euros), un escalón superior que está entre este tope y los 100.000 euros de Tete y Toribio, por ejemplo, y otro por encima con jugadores llamados a marcar las diferencias en el equipo de José María Aira, como el portero Casto y el delantero que sustituirá a Kike.

Agarrado al salario mínimo

El Chuti Molina está jugando una partida de ajedrez. Ha tirado del plano emocional a la hora de incorporar al lateral José Martínez, experto en la categoría, que ha llegado a Murcia buscando huir de su experiencia anterior en Chipre, donde jugó poco y sufrió impagos. Esta circunstancia hizo que aceptara la oferta del Real Murcia, a pesar de que su salario es el mínimo que podría cobrar en Segunda. Su objetivo era volver a casa. Con Rubén Sánchez el Chuti Molina coincidió en los juveniles del Albacete y ese fue su gancho. Y también tiene un contrato muy bajo en lo económico, pero que le permitirá mejorar mucho la próxima temporada si el exjugador del Zamora hace una buena campaña en su estreno en Segunda. El albaceteño es un jugador de calidad en busca de una nueva oportunidad.

De hecho, el Villarreal pagó cerca de dos millones de euros por su fichaje hace años. Cuando se disponía a debutar en Primera, sufrió una grave lesión de tibia y peroné que le cerró el camino. El Chuti le ha ofrecido un caramelo para aterrizar en el fútbol profesional a cambio de un salario también bajo. Pumar es otro caso similar y el tipo de jugador al que Molina le saca brillo. Llega desde Segunda B y sus emolumentos alcanzan el salario mínimo de 63.000 euros brutos a través de partidos jugados y otras variables.

Esta fórmula hace que los deportistas estén mucho más implicados desde el primer día. Los clubes están luchando para bajar a 54.000 euros brutos la cifra de salario mínimo para Segunda alegando que sus ingresos cada son menores y que por televisión apenas ingresan 2,5 millones. La retención para un jugador profesional es del 27,84%, con lo que si se aprobara el nuevo salario mínimo de 54.000 euros, a los jugadores que cobraran esta cantidad les quedarían 39.000 euros netos.

Los técnicos incluidos

A falta de confirmación definitiva de la Liga de Fútbol Profesional, el Real Murcia solo podrá disponer de 1,7 millones de euros para hacer la plantilla, una cantidad resultante del cálculo de varios coeficientes entre los que se encuentra la capacidad de generar ingresos del club grana, su volumen de deuda y otras variables. Molina tendrá que volver a hacer malabarismos sabiendo además que en los 1,7 millones están incluidos los salarios del cuerpo técnico. Para colmo, la marcha de Kike no repercutirá directamente en la confección de la primera plantilla y los tres millones de euros del traspaso del delantero manchego irán destinados a reducir deuda, tanto con Hacienda como con otros acreedores.

El director deportivo grana cuenta con otro obstáculo más a la hora de fichar. Desde hace dos años el Real Murcia decidió no pagar comisiones a los representantes, una práctica habitual en Primera y en Segunda. La cantidad, sobre un 10% del contrato del jugador, suele ser asumida por el club que ficha al deportista o en su defecto, a medias por la entidad y el propio jugador. Al no pagar comisión, los representantes dejan al Murcia en el último lugar de sus preferencias, lo que constituye otra traba más a la hora de fichar a lo mejor del mercado.

Pero Molina tiene más armas. Intentará beneficiarse de las cesiones de jugadores de otros clubes como la campaña anterior, aunque esta opción le obliga a esperar hasta el último momento en el mercado de fichajes. Pasó con Álex Martínez, que llegó el año pasado con la Liga empezada, con Malonga, que se incorporó a principios de septiembre, y con Wellington, que llegó al equipo grana el 16 de agosto, unos días antes de arrancar el pasado campeonato. El club grana solo tuvo que cargar con los gastos de vivienda de los tres jugadores, otra acrobacia del director deportivo manchego.

El Chuti Molina, que estuvo en la agenda del Betis varios meses antes que el propio Julio Velázquez y que ha recibido algún ofrecimiento más para abandonar Murcia, se comprometió con Samper y no ha querido faltar a su palabra, a pesar de que lejos de la Nueva Condomina hubiera encontrado un mejor salario y más capacidad para fichar.