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Jesús Samper y Quique Pina, en 2003, cuando el último era el dueño del Ciudad.
La sombra imborrable de Pina

La sombra imborrable de Pina

Los Pozzo, sus socios en Granada, pujaron en verano por el Racing y el Mallorca y ahora quieren el Murcia

José Otón

Miércoles, 26 de noviembre 2014, 10:32

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Es un secreto a voces, aunque Quique Pina y su entorno se empeñen en negarlo. El misterioso inversor que está detrás de los accionistas minoritarios del Real Murcia es la familia Pozzo, una saga de hombres de negocios italianos que este verano estaban ansiosos por comprar un club del fútbol español de Segunda o Segunda B. De hecho, se acercaron al Racing de Santander y al Mallorca, dos clubes históricos que están en una grave crisis económica, pero al final no se cerraron las operaciones con éxito. El Real Murcia podría encajar dentro del perfil de club que buscan y más si consiguen ejecutar sus planes económicos referentes a la deuda que atesora la institución murciana.

Este pretendiente, uno de los tres grandes interesados, además de una empresa de Valencia cuyo nombre no ha salido a la luz y del empresario Carlos González, presidente del Córdoba, tienen un plan para hacer del equipo grana un conjunto saneado en los próximos años. Aunque saben que la deuda con Hacienda asciende ya a 11 millones de euros y va en aumento, disponen de la capacidad necesaria para negociar parte de su aplazamiento dado que en Granada, por ejemplo, llevan sus cuentas al día y tienen crédito. No como Samper, que al incumplir reiteradamente varios plazos está en la diana del fisco. Además, el ministerio que dirige Cristóbal Montoro no está exigiendo la totalidad de la deuda actualmente al Real Murcia y sí una parte que sería inaplazable y exigible a corto plazo.

Perdonar el 50%

Respecto al resto de la deuda perteneciente a los cerca de 200 acreedores del club grana, unos 19 millones de euros, una vez descontados los diez millones que perdona Samper, los Pozzo y Pina, desde su escondite, quieren resolverla pidiéndole a los acreedores que perdonen el 50% de la misma ahora y que aguanten para cobrar el resto para cuando el club grana ascienda a Primera, en un plazo de tres o cuatro años, según sus cálculos.

De momento Pina, que es presidente del Granada aunque no es su propietario, no se quiere pillar los dedos y no quiere aparecer en ningún papel, pese a que es un candidato que aparece en todas las quinielas. Los Pozzo, incluso, tampoco se van a volver locos porque saben que tarde o temprano se harán con otro club que cumpla sus expectativas a un precio menor de lo que vale el club grana actualmente, aunque el hecho de que Samper no hiciera quita en su momento, facilita la llegada de inversores.

Giampaolo Pozzo, líder de esta familia italiana, compró el Udinese en 1986 y es uno de los presidentes más veteranos del Calcio. Además del Granada, controlan el Watford inglés que milita en la Championship, aunque no entraron en el Cádiz, donde sí aterrizó el círculo de Pina. Los Pozzo manejan jugadores por valor de cerca de 200 millones de dólares y han cerrado traspasos sonados como el de Alexis al Barcelona por 40 millones de euros.

El adiós de González

Otro de los pretendientes, el actual presidente del Córdoba, no se ha escondido recientemente para manifestar públicamente que sus días en la ciudad andaluza están contandos. Su relación es turbulenta con algunos sectores del cordobesismo. De hecho, cuando el conjunto grana visitó la pasada temporada el Nuevo Arcángel en la liga regular, la grada dio la espalda al empresario tinerfeño, que tuvo que soportar en la puerta del estadio una manifestación en su contra.

González es un presidente que entra al trapo y no se esconde. Hace un mes, en el medio 'Córdoba Deporte', anunció que su marcha está cantada: «Tengo muy claro que mi tiempo está contado y que se está acercando mi salida de Córdoba. Me quedan dos años aquí. Éste y el siguiente, y hemos terminado. Dentro de tres años Carlos González no estará en el Córdoba. Habrá terminado mi ciclo», aseguró.

Quizás González habría salido antes del Córdoba, pero cuando compró el club firmó una cláusula por la que si vendía el mismo en menos de cinco años, se vería obligado a pagar un 50% de lo que percibiera al anterior propietario, y eso ha frenado su marcha. Ahora los plazos concuerdan y el Murcia podría ser su próximo destino, aunque primero tiene que hacerse el despistado para no enfadar al CSD. De momento no ha desmentido sus contactos con Miguel Martínez, líder de los peñistas.

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